Es que lo fundamental radica en la forma en que nosotros, individualmente, afrontemos el cambiar. Por ejemplo, ahora que ya estamos en 2017 muchas personas renuevan sus energías e ilusiones y con éstas consigo esperan encarar el resto del año. Otras veces el impulso puede provenir de conseguir un empleo, o un ascenso en el mismo. También puede provenir del nacimiento de un hijo, o de algún logro personal. El gran y tremendo problema radica en que la mayoría de la gente se queda a mitad de camino en sus sueños.
Volvamos al caso del nuevo año. Deseamos que nuestras más fervientes empresas se logren, aspiramos a ser más felices que en el año que se marchó, nos prometemos que vamos a empezar esa dieta de la que siempre hablamos al resto. Pero pasa Enero, se va Febrero, pasan las vacaciones... y otra vez caemos en nuestra meseta de comodidad de la que no nos es fácil movernos. Incluso, mientras más años tengamos, más difícil se hace. No estoy generalizando, solo digo que habitualmente sucede esto.
¿A qué viene todo esto? Les propongo que no dejemos caer este "clima" de bienaventuranza propio de esta época del año y la traslademos al resto de sus días, mejor dicho, de los nuestros. No abandonemos eso que, sea lo que sea, nos proponemos, que queremos que suceda, que anhelamos.
Debemos saber que conseguirlo nos va a aportar cierta incomodidad, la cual es mi opinión es necesaria, cierto riesgo incluso. Pero si trabajamos duro, y como digo siempre, tenemos certeza que vamos por buen camino aunque los resultados tarden en aparecer, pues es solo cuestión de tiempo el lograr aquello que hoy no parece lejano o algo incierto.
Gracias por leerme, como siempre, feliz 2017 y ¡¡VAMOS POR ESAS METAS QUE ASPIRAMOS!!
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