miércoles, 14 de marzo de 2018

¿Obra y autor?

"Por fin sacó las manos de los bolsillos, se inclinó, abrió la boca dejando colgar la mandíbula inferior y, con gran esfuerzo, consiguió desenredar una de las cadenas de la maraña que llevaba en la pechera.
Luego se pinzó los quevedos en la nariz de un rápido golpe, poniendo la mueca más grotesca, lanzó una mirada escrutadora al matrimonio y comentó: «¡Ajá!».
 Dado que utilizaba esta interjección con una frecuencia extraordinaria, cabe mencionar aquí que lo hacía de maneras muy distintas y siempre muy peculiares.
Podía decir «¡ajá!» con la cabeza echada hacia atrás, la nariz arrugada, la boca muy abierta y agitando las manos en el aire, con un sonido muy estirado, nasal y metálico que recordaba al sonido de un gong chino...
Y, por otra parte —dejando al margen todo un abanico de matices—, podía dejar escapar un «¡ajá!» muy corto y suave, como de pasada, que quizá resultase aún más gracioso porque pronunciaba unas «aes» muy turbias y nasales.
El de aquel día fue un «¡ajá!» de los fugaces, alegre y acompañado de un suave y compulsivo meneo de cabeza que parecía fruto de un humor excelente..., aunque uno no podía fiarse de aquello, pues era un hecho probado que, cuanto más alegre y divertido parecía el señor (...), más peligroso era"

No hay comentarios:

Publicar un comentario