«¡Qué dices!», exclamó el fantasma, «¿ya
quieres apagar, con tus manos mundanas, la luz que te doy? ¿No te basta con ser uno de esos cuyas pasiones hicieron este gorro y me han obligado a llevarlo encasquetado hasta las cejas durante años y años?».
Con la mayor reverencia, __________ negó
cualquier intención de ofender y todo conocimiento de haber «encapotado» voluntariamente al espíritu en ningún momento de su vida.
Luego le preguntó abiertamente qué asuntos le habían llevado allí.
«¡Tu propio bien!», dijo el fantasma.
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