En general siendo adultos nos acostumbramos a vivir en una cajita, formadas por rígidas paredes de auto-limitaciones y un techo demasiado bajo, que no nos deja levantarnos e intentar cosas nuevas.
No vemos las cosas como estoy describiéndolas, en la mayoría de las cosas. ¿Por qué? Somos animales de costumbres. Nos gusta la comodidad. Amamos que los cambios solo se den si los buscamos, pero no toleramos los que nos sacan un cm de nuestra zona de confort.
Como dije, los años acentúan el proceso, convirtiéndo nuestra cajita en el único lugar posible y deseable para proseguir nuestras vidas. No vemos más allá de sus límites, fijados por nosotros mismos. Peor, no QUEREMOS ver otra cosa. No nos interesan las opciones.
Pero, siempre... SIEMPRE podemos cambiar. Es cuestión de golpear con nuestra cabeza ese techo, y pesar que duela, levantarse. Destruir las paredes no es fácil, pero no imposible. Ahora, necesitamos tomar una decisión y ser concientes que cada uno de nuestros actos tiene sus consecuencias, que si elegimos hacer algo debemos dejar de hacer otra actividad. Eso es ELEGIR, precisamente.
Tener claro que los cambios no son simples ni rápidos, pero si NECESARIOS para evolucionar como seres humanos, en pos de nuestros verdaderos sueños.
La actitud que tomemos es fundamental: como siempre digo, no demos lugar a excusas ni nos caigamos ante los problemas que aparecen: lo que realmente soñamos está por encima de ello, así debe ser. Creamos en que podemos. Creamos en nosotros mismos. Seamos disciplinados y que en nuestra mente el objetivo planteado esté presente en cualquier momento, lugar, circunstancia.
La cajita es cómoda: la casa linda, el salario bueno, el día a día en el trabajo: que la necesidad de cumplir nuestro fin en la vida nos ayude a salir de ese cubo. Podemos, claro que sí. Se los aseguro.
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